Ya es posible medir el estrés orgánico de los equipos de trabajo

El Factor de Rendimiento Profesional Individual nos permite cuantificar de forma real y objetiva el rendimiento profesional de las personas y optimizarlo al máximo.

 

Actualmente nuestra sociedad se enfrenta al paradigma de una continua adaptación al cambio para la que muchos empleados y directivos no están aún preparados. En el entorno laboral más de un 20% de la población trabajadora presenta problemas de salud como enfermedades cardiovasculares o el síndrome del estrés crónico burnout, según datos de la European Agency for Safety and Health at Work.

Tener empleados con niveles de estrés muy elevados y continuos en la compañía supone un coste de 20 billones de euros en pérdidas, no solo por bajas laborales, sino también por las implicaciones relativas al descenso del rendimiento profesional de cada una de ellas.  

Pero ¿cómo afecta realmente el estrés a nuestro rendimiento? ¿Es posible medirlo? ¿Es posible conocer cómo nos afecta a nivel orgánico? El Factor de Rendimiento Profesional Individual (Individual Performance Profesional Indicator – IPPI) nos permite cuantificar de forma real y objetiva el rendimiento profesional de las personas y optimizarlo al máximo. Se trata de un indicador que mide la relación que existe entre el tiempo que la persona pasa al día reaccionando de forma óptima a situaciones de estrés frente al tiempo que emplea en su recuperación.

El IPPI nos informa de quiénes son aquellas personas o equipos de trabajo más adaptables a la velocidad y cambio que la sociedad presenta y por tanto presentan mejores tasas de rendimiento profesional, tanto dentro como fuera del horario laboral, y cuáles son los que necesitan un entrenamiento específico para mejorar y desarrollar esta capacidad.

En este sentido, para que una persona obtenga un factor de rendimiento profesional individual óptimo y productivo no solo para la empresa, también a nivel personal, debe ser capaz de mantener valores de activación del sistema nervioso simpático al menos durante un 40-60 % del total del día, unas 9-14 horas, incluyendo no solo su jornada laboral, también sus actividades de la vida diaria, desplazamientos, tareas domésticas y familiares, etc. Es decir, cualquier acción que requiera de la persona un rendimiento más allá de lo que le supone estar sentado en un sofá, o durmiendo. Por otro lado, debe ser capaz de compensar las horas que dedica a rendir, con al menos 7 horas de descanso de calidad (más de un 30% del total de horas del día), lo que incluye no solo el tiempo que permanecemos dormidos, sino también la recuperación fisiológica que nuestro sistema nervioso pueda obtener mediante actividades de ocio y recreación o charlas distendidas con amigos, actividades que nos ayudan literalmente a desconectar de las tareas más estresantes del día a día.

Está demostrado que el ejercicio físico, unido a la salud, es la herramienta más eficiente, a nivel científico, para catalizar el estrés, entrenar la recuperación y sobre todo, lograr una mayor productividad en las compañías. Muchas de ellas apuestan ya por implementar programas deportivos en sus organizaciones para promover hábitos de vida saludables recurriendo a incentivos, espacios deportivos, inscripciones a carreras populares y otras acciones puntuales sin un hilo estratégico común. La apuesta debe ser dar un salto cualitativo y orientar cada acción a resultados.

Ilunion Hotels ha apostado por medir el estrés en sus equipos de trabajo y, como experiencia piloto, ha decidido someter a una parte de su equipo al estrés de superar una carrera de obstáculos (en este caso la Reebok Spartan Race de Madrid) para medir el nivel de tolerancia y gestión del estrés de la organización. Para ello, los días anteriores y posteriores a la carrera, se colocaron dispositivos de análisis en los participantes (first beat) para evaluar, a nivel orgánico cómo un evento fuera de la rutina laboral, que exige un esfuerzo extra y coloca a los participantes en una situación desconocida  dentro de un entorno desafiante (estrés) afectaba a su factor de rendimiento. “Medimos el estrés que una acción que nunca habían hecho anteriormente suponía en nuestros empleados, los niveles de incertidumbre a los que se enfrentaban, aun teniendo diferentes patologías y discapacidades”.

Las conclusiones en este caso han demostrado que los picos de estrés no solo afectan al día de la prueba (que es aquí una prueba física, pero podría ser una reunión profesional importante, un evento, la inauguración de una nueva sede…) sino que se prolongan los días posteriores, produciéndose un retraso en la vuelta a la rutina y a los niveles de estrés considerados como óptimos para el rendimiento. Ese gap, si se prolonga, puede afectar a los indicadores de rendimiento de la organización, pero, la buena noticia es que, una vez detectado, es posible mejorarlo a través del entrenamiento adecuado.

El proyecto permite, además, crear unos estándares para la detección de casos extremos, establecimiento un protocolo de intervención en los mismos, localizando límites y umbrales para mejorar la productividad de cada miembro de los equipos de trabajo y estableciendo un sistema óptimo de evaluación del estrés que permita entrenar y corregir necesidades específicas. El objetivo final es conocer mejor las aptitudes de cada empleado, para poder proporcionarle un entorno apropiado que le permita rendir y aportar todo su potencial y reducir los riesgos que el estrés incontrolado puede producir a medio y largo plazo.

 

Nota: El proyecto Innovaestrés es una iniciativa de la compañía Freedom and Flow Company y el Grupo de investigación IGOID de la Universidad de Castilla la Mancha.

Noticia publicada en Mi Empresa Saludable

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn